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OPINANTAS / L. Quintanar – A través de las páginas de su novela, Klara and the Sun (‘Klara y el sol’), Kazuo Ishiguro, el aclamado autor, ganador del Premio Nobel de Literatura, nos ofrece un viaje introspectivo. En este cautivador y, en ocasiones, perturbador relato, Ishiguro nos presenta un mundo distópico en un futuro cercano donde la tecnología y la inteligencia artificial se entrelazan con la esencia misma de la humanidad, con sus anhelos y sus miedos más profundos: la salud, la muerte, el amor y la búsqueda de una vida mejor.

La narrativa se desarrolla a través de los ojos de Klara, una ginoide alimentada por energía solar, cuya perspectiva inocente y observadora nos brinda una visión única sobre la sociedad en la que vive. Desde su posición en una tienda de AFs (artificial friends o amigos artificiales), Klara observa y reflexiona sobre las complejidades en las relaciones humanas. A pesar de su condición no-humana, Klara es capaz de desarrollar incipientes sentimientos de afinidad por una adolescente que visita la tienda con su madre. Klara, contra las instrucciones de la gerente de la tienda, llega a maniobrar discretamente para no ser vista por otros potenciales clientes hasta que, Josie, la adolescente por quien siente predilección, vuelve finalmente a la tienda para cumplir su promesa de llevarse a Klara a casa.

A partir del vínculo entre Klara y Josie, Ishiguro teje con habilidad una trama emocionalmente sobrecogedora. Percibimos la complejidad y la naturaleza contradictoria de las actitudes y sentimientos humanos, especialmente para los ojos ajenos e inocentes de la ginoide Klara. Mientras Klara no ceja en sus esfuerzos por cumplir su objetivo de hacer de Josie una niña saludable y feliz, Josie despliega toda su humanidad a través de un mosaico de actitudes a veces cariñosas, a veces egoístas y otras veces distantes y desapegadas que confunden profundamente a Klara. No obstante, la confusión y el dolor que estas actitudes generan en Klara, la ginoide justifica su propio sacrificio con tal de hacer feliz a Josie, dando muestras de un amor desinteresado que probablemente ni siquiera un humano es capaz de ofrecer.

La relación con otros personajes de la novela le brindan a Klara la oportunidad de contrastar otras maneras de ser humano. En este sentido, la relación con Rick, el mejor amigo de Josie, es especialmente valiosa. La forma en que Rick trata a Klara con respeto y empatía contrasta marcadamente con la actitud muchas veces pragmática e indiferente de otros humanos hacia ella. La conexión especial entre Rick y Klara nos recuerda que, incluso en un mundo donde una especie de burocracia hiper-tecnificada parece gobernarlo todo, existe la capacidad humana para la empatía y el afecto. La complicidad entre Rick y Klara, dos personajes marginados de la dinámica de ese nuevo mundo, Rick por su condición social no privilegiada y Klara por su condición de androide; es uno de los elementos más conmovedores del relato.

Androide albino. Autor: epSos.de (Wikimedia Commons)

En contraste con la ternura y la simpatía que emana Rick, la actitud de la madre de Josie, Chrissie, resulta perturbadora. Cuando se desvelan sus verdaderas intenciones para Klara (en complicidad con el trabajo que realiza el Sr. Capaldi), el lector no puede evitar juzgarla como un ser egoísta y calculador, a pesar del profundo sufrimiento que experimenta ante la potencial muerte de su hija, dada una pérdida previa en su vida.

El personaje más complejo de todos es posiblemente Paul, el padre de Josie. Por un lado, Paul se muestra reacio a someterse a las normas y expectativas impuestas por una sociedad que valora la tecnología y el progreso por encima de todo. Su lucha por preservar los valores tradicionales y defender el derecho a la autenticidad en un mundo cada vez más artificial nos alerta sobre la importancia de mantener nuestra humanidad en un entorno cambiante y desafiante. Sin embargo, a pesar de su papel de disidente, Paul acepta utilizar a Klara para los fines cuestionables que la madre de Josie y el Sr. Capaldi tienen, lo cual no parece encajar del todo con el profundo amor que dice sentir por su hija. Nuevamente, la complejidad humana se hace presente en la forma de un padre cariñoso e idealista, pero incapaz de enfrentarse a su expareja para defender sus ideales.

Finalmente, el Sr. Capaldi, un personaje enigmático, emerge como una fuerza poderosa detrás de los eventos que dan forma a este relato. Su papel esencial en los futuros planes para Klara arroja una sombra oscura sobre la historia y plantea preguntas profundas sobre la moralidad y el poder. Su determinación en utilizar a Klara como un medio para sus propios fines ilustra las consecuencias de la manipulación y el control en un mundo donde la tecnología puede ser tanto una bendición como una maldición. Al mismo tiempo, el Sr. Capaldi parece, en cierto modo, el personaje más consecuente entre los personajes adultos de la novela.

El final de la novela, marcado por la triste despedida de Klara y su destino incierto, deja al lector reflexionando sobre la naturaleza humana y nuestras acciones, concretamente, la ética de nuestro comportamiento. En este sentido, la novela me hace pensar que llevamos mucho tiempo preguntándonos si la inteligencia artificial será realmente un fiel aliado de la humanidad, pero pocas veces nos preguntamos si nosotros seremos maestros justos y generosos con nuestras propias creaciones o si estos ginoides y androides del futuro tendrán que sufrir el mismo destino que Klara a manos de la caprichosa naturaleza humana.

Luisa Quintanar

Economista y socióloga

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