O.M-R. – Vergüenza, indignación, rabia, impotencia, tristeza… ya se han usado casi todas las palabras del vocabulario para describir los sentimientos que provoca en una mayoría de ciudadanos el sufrimiento de los refugiados de Oriente Medio y la desidia incompetente de los gobiernos europeos para lidiar con su situación mientras tratan de alcanzar nuestro continente y una vez aquí. No bastó la foto de Aylan Kurdi, no bastan las continuas noticias e imágenes de nuevas muertes de niños y adultos en el Mediterráneo, no bastan los testimonios de los escasos voluntarios que trabajan en Lesbos y otros puntos críticos de las fronteras de la UE acerca de las condiciones inhumanas en que se encuentran cada vez más personas. ¿Qué necesitamos ver para afrontar en serio esta crisis humanitaria? ¿Qué necesitamos que suceda?
Recuerdo las veces que le he preguntado a mi madre (sueca), aunque ella era todavía muy pequeña entonces, si en Europa se sabía lo que estaba sucediendo en los campos de concentración de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. No podía entender que la gente supiera y no hiciera nada. A diferencia de la situación actual, Europa estaba en guerra, varios de sus países estaban gobernados por dictaduras y era mucho más difícil para el común de los ciudadanos movilizarse y exigir respuestas a sus gobiernos. ¿Pero hoy? ¿Cómo puede ser que ni tan siquiera se haya convocado una marcha ciudadana coordinada en todas las capitales europeas para pedir acción y pedagogía a nuestros gobiernos en esta crisis? Es difícil de creer que no existan los recursos humanos, técnicos y financieros para albergar de emergencia a los miles de refugiados que se hacinan en nuestras fronteras, tramitar de manera expeditiva sus demandas de asilo y desarrollar mecanismos que supongan una alternativa a su arriesgada travesía por el Mediterráneo. Me limitaré a repetir el manido argumento de que si hubo voluntad política y dinero para rescatar a los grandes bancos, debería haberlo para rescatar vidas humanas. Y es difícil de creer que no existan los medios para combatir con el mismo ahínco institucional con el que se combate el déficit público los argumentos xenófobos, basados en el miedo y la ignorancia, de aquellos ciudadanos y gobernantes europeos que rechazan a los refugiados. Basta con apoyarse en la historia y la evidencia empírica. Ojalá la misma inteligencia y voluntad aplicada repentinamente – y a remolque de la implicación de Rusia – para tratar de hallar una solución a la guerra y ocupación del Estado Islámico en Oriente Medio se utilizara para encontrar respuestas inmediatas al sufrimiento y muerte de cientos, miles, de sirios, iraquíes y afganos que llegan o ya están aquí. Me temo que mi hijo y mis nietos me preguntarán en 20, 30 o 40 años lo mismo que yo le preguntaba a mi madre: “¿Sabíais lo que estaba sucediendo y no hicisteis nada?” O eso o las generaciones que vienen sabrán encajar el cinismo y egoísmo de Europa y reescribirán la historia contemporánea. Sonreirán condescendientes ante el idealismo de sus mayores que pensaban que nuestro continente era diferente, más humano, más solidario, y que ciertas cosas no tenían cabida en él.
Olivia Muñoz-Rojas
Estoy totalmente de acuerdo con tus reflexiones, Olivia.
Es cierto que hay poca voluntad humanitaria.
Dos potentes razones la explican:
1) El totalmente racional temor al Islam. Es cierto que no todos los immigrantes son Musulmanes. Es cierto que la gran mayoria de los Musulmanes son gente respetable. Es cierto tambien que en Inglaterra el centro de la atencion contra la immigracion fueron Polacos o Rumanos. Pero es cierto tambien que la gran mayoria de immigrantes vienen del Islam, y que hay un legitimo temor a ello. No solo por cuestiones de terrorismo. Si Por cuestiones culturales validas. Es un legitimo sentimiento no querer mas jihabs o niqabs en Europa. Quien necesita eso se pregunta mucha gente que no es racista.
2) La interseccion del multiculturalismo como ideologica con la immigracion. Newcomers se deben integrar a las identidades nacionales, asi como hicimos nosotros despues que nuestros padres llegaron a America Latina por ejemplo. Venian de lugares perdidos de Europa a trabajar y sin exigencias ni religiosas ni culturales. La segunda generacion no busca su vieja identidad sino que se ha integrado totalmente. Las religiones diferentes de donde provenian los padres se mantienen por supuesto, pero bajo el completo dominio de la secularidad que domina la esfera publica.
La multiculturalidad incito a algo diferente. A los Musulmanes les vino bien al principio, pero mal a la larga . Hoy hay un backlash ..y los liberales lo tienen merecido «one by one»
3) Probablemente la Europa federal de Bruselas no se consolide. Pero si hay chances en un futuro para una Europa de los pueblos. Una confederacion de naciones autenticas, con identidades fuertes, democraticas y abiertas al ‘necesitado de afuera’ que hara el trayecto necesario de integracion nacional