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Arte urbano por Dihzahyners Project (http://dihzahyners.tumblr.com/)

Arte urbano por Dihzahyners Project (http://dihzahyners.tumblr.com/)

 

O.M-R. – Llevo tiempo preguntándome, ¿cómo sería una sociedad articulada en torno a la reproducción y el reciclaje en lugar de la producción y el consumo de productos nuevos? Ello me hizo pensar casi de inmediato que, en la actualidad, escasean las utopías y que, generalmente, cuando imaginamos el futuro, vislumbramos un futuro distópico en el que no nos gustaría vivir. O al menos es lo que imaginan por nosotros libros y películas: un futuro en el que nuestros recursos naturales se han agotado, en el que no podemos reproducirnos o en el que la inteligencia artificial se ha impuesto sobre la humana, por citar algunos de los escenarios más habituales. Ciertamente, aquello que resulta utópico para alguien puede resultar todo lo contrario para otra persona. En todo caso, decidí tomar algunas notas sobre un futuro en el que me gustaría vivir y ver a dónde me llevaba el ejercicio.

En la sociedad que imagino no tiene sentido hablar de conciliación laboral y familiar, pues está en la base misma de su estructura. Es una sociedad en la que todos los que estamos en condiciones de hacerlo desempeñamos un trabajo remunerado que nos ocupa aproximadamente 20 horas a la semana. Ello nos permite dedicarnos con holgura a otras actividades que nos aportan satisfacción personal, como puede ser la creación en sus distintas vertientes, las actividades deportivas o sociales, pero también a procrear y cuidar de nuestra descendencia. Una parte de ese tiempo liberado sirve asimismo para ocuparnos de nuestro hogar, empezando por nuestra alimentación. Alimentación en la que el consumo de carne es moderado y en la que existe la posibilidad de incorporar productos criados o cultivados por nosotros mismos en espacios habilitados para ello en nuestros parques, terrazas y tejados. Esto si vivimos en la ciudad, pues, al mismo tiempo, son muchas las personas que han optado por trasladarse al campo – ya sea para dedicarse profesionalmente a la agricultura o para ejercer su profesión a distancia. Las grandes explotaciones agrícolas no han desaparecido completamente y se destinan a la producción de alimentos básicos como el trigo y el maíz. Sin embargo, son las numerosas granjas de tamaño pequeño y mediano las que surten de carne, frutas y vegetales a la población. Al ocuparnos directamente de nuestra descendencia, de la producción y preparación de nuestros alimentos y de mantener nuestro hogar no tenemos que pagar a otros para que lo hagan, lo cual hace sostenible económicamente nuestra semana laboral de 20 horas.

En esta sociedad conviven familias de todo tipo: heterosexuales, homosexuales y bisexuales, biparentales y monoparentales, nucleares y extensas. Existen también modalidades de convivencia colectiva, no basadas necesariamente en vínculos de sangre, por las que un grupo de personas decide constituirse en familia (similar a las comunas de otros tiempos). Todas estas modalidades se reconocen tanto social- como institucionalmente y las bajas por paternidad/maternidad, por ejemplo, se conceden a y reparten simétricamente entre aquellos adultos que se inscriben como progenitores del recién nacido. El objetivo es garantizar que el recién nacido siempre tenga a uno de sus progenitores consigo a lo largo de, al menos, su primer año de vida. Si uno o más progenitores decide prolongar su baja más allá de este año, deja de percibir un salario, pero el tiempo dedicado al cuidado del hijo o hija cuenta curricularmente como un servicio a la sociedad (de un modo similar a como contaba el servicio militar antiguamente, por ejemplo).

 

'Guerrilla gardening', Phuket, Thailandia.

‘Guerrilla gardening’, Phuket, Tailandia (www.streetartutopia.com).

 

Estamos en un sistema económico en el que las labores de reciclaje constituyen una actividad productiva esencial. Desde el reciclaje de materiales a gran escala hasta los pequeños talleres dedicados a dar una segunda vida a ropa y objetos cotidianos, son muy numerosos los profesionales que trabajan en este ámbito. A través de procesos químico-técnicos cada vez más sofisticados somos capaces de neutralizar aquellos pocos elementos tóxicos que todavía utilizamos para fabricar determinados productos. Impera una ética de la escasez y el reaprovechamiento entendida, no como sinónimo de pobreza, sino de inteligencia humana que, por fin, ha entendido que buena parte de nuestros recursos naturales y materias primas son finitos. Este énfasis en el reciclaje coexiste con el avance tecnológico en la línea que conocemos. Muchas de nuestras actividades cotidianas, por ejemplo, las realizamos a través de un pequeño dispositivo móvil inteligente (una especie de asistente personal) que contiene toda la información, documentos y otros soportes que necesitamos a lo largo del día (desde nuestras comunicaciones hasta la lista de la compra, pasando por elementos de entretenimiento como juegos y películas) y que, si lo deseamos, puede realizar un seguimiento de nuestra salud (nivel de actividad física, impacto de los alimentos que compramos sobre nuestro metabolismo, etc.). El dinero, como tal, ha desaparecido de la circulación y los pagos se realizan con este mismo dispositivo que gestiona además nuestras cuentas, actualizándolas conforme gastamos. También tramita nuestros impuestos, lo cual permite a las autoridades controlar la evasión fiscal.

Nuestro sistema político sigue siendo, esencialmente, representativo. Convive con espacios de democracia directa electrónica en el nivel más local, pero se considera necesario que exista un colectivo de personas elegidas por sufragio universal dedicado a recoger y defender los diferentes intereses y sensibilidades de la ciudadanía – sobre todo, porque hemos avanzado en la consolidación de entidades geopolíticas más amplias como, por ejemplo, Europa, en las que la única manera de garantizar la presencia del conjunto de intereses de los ciudadanos en la toma de decisiones es a través de representantes electos. En todo caso, el continuado avance de las tecnologías de la información y la comunicación permite un mayor control de las acciones de gobierno por parte de la ciudadanía – los portales de transparencia son extremadamente completos y detallados. La monarquía como forma de estado ha desaparecido en todo el mundo, también los títulos nobiliarios.

Las ciudades en las que vivimos son compactas, predominando los rascacielos, para reducir en lo posible su extensión territorial e impacto medioambiental. Abunda la vegetación entre los edificios, además de sobre sus paredes exteriores (ecosistemas verticales). Los artistas, formados o espontáneos, y los niños intervienen regularmente en el espacio público, añadiendo color e imaginación a calles y aceras. Toda potencial fuente de energía, desde nuestros trayectos a pie hasta la luz solar, es aprovechada gracias a diferentes aparatos de almacenamiento. Sólo existen medios de transporte eléctricos, incluido el avión. Predomina el uso de la bicicleta, patinetes, etc. para distancias cortas y el transporte público para distancias más largas. Son raros los automóviles y frecuentemente se comparten entre varios propietarios. Impera el slow travel o viajar lento y preferimos tomar barcos para realizar travesías transoceánicas, y sentir el viaje, a tomar el avión. Éste se utiliza sólo para viajes profesionales que, por otra parte, son cada vez menos necesarios gracias a las comunicaciones hologramáticas que permiten tener a nuestro interlocutor presente entre nosotros, incluso comer o cenar con ella o él. Existe también la posibilidad de viajar como turista a la Luna o a alguna de las estaciones espaciales habilitadas para ello. Es algo que procuramos hacer al menos una vez en la vida, una suerte de peregrinación que nos permite apreciar el infinito y ver la Tierra desde un ángulo diferente.

Olivia Muñoz-Rojas

6 pensamientos en “Notas para una sociedad utópica

  1. Gracias por dejar espacio a la utopía, que en realidad es la esperanza que, de manera por lo demás terca, siempre habita en los seres humanos. Tu organización social es una muy buena aspiración, que por lo demás es todo un creo para luchar. De nuevo gracias

  2. Le agradezco mucho su artículo “ El lugar de la utopía en el siglo XXI” publicado el pasado 29 de Mayo en El País.
    Para cualquier persona que se haya interesado por el estudio de la Historia y las luchas sociales, resulta profundamente preocupante encontrarnos enfrentados al dilema de la aparente inexistencia de doctrinas o sistemas de ideas sobre qué futuro queremos. Y eso es muy grave, en especial si estamos viviendo en la “era del conocimiento”.
    Como usted bien señala: “Tras el aparente fracaso de los grandes proyectos transformadores del siglo XIX y XX, hablar de utopía puede parecer fútil e ingenuo, incluso peligroso.”

    No ha existido interés científico en profundizar al respecto, evidentemente no conviene a muchos, y el tema se ha sepultado con pura propaganda y una frase “ el final de la historia”.

    Y es precisamente en un contexto como el actual, en que si bien algunos países capitalistas logran cifras macroeconómicas positivas que presentan como la vía para la salida de la crisis, ocultando el enorme beneficio que ello representa al enriquecimiento creciente de los más ricos y el sacrificio y empobrecimiento permanente, como perspectiva segura de los sectores mayoritarios de la sociedad trabajadora, que resulta de suma importancia el esclarecimiento más profundo y preciso de que la “vieja utopía de justicia social”, que no quiere decir igualdad para todos, sea expuesta, a la manera en que usted lo hace, con los fundamentos y argumentos que demuestran su realidad actual, como necesidad.

    Muchas gracias.

    • Hola Rafael,
      Me alegra que le haya resultado interestante el artículo ‘El lugar de la utopía en el siglo XXI’. Gracias también por compartir sus reflexiones sobre el tema. Efectivamente, ‘la historia no ha terminado’. Los momentos de crisis deberían servir para explorar viejos y nuevos ideales utópicos con el fin de encontrar soluciones novedosas a nuestra coexistencia y desarrollo ecónomico y político y evitar repetir respuestas del pasado que, sabemos, traen dificultades y sufrimiento para la mayoría de la población. Desde luego, el reto es grande y no a todos interesa participar de él.

  3. Olivia,
    No he visto el artículo «The long tomorrow», pero quizás la primera utopía necesaria sería ¿Cómo salvar la persistencia de la vida humana en el planeta? Lo cual conlleva cambios muy profundos en muy diversos aspectos,

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