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El próximo 9 de abril se celebra el bicentenario del nacimiento de Charles Baudelaire; poeta maldito, icono de lo moderno… Babelia (El País) le dedica un número y repasa diez conceptos clave en su vida y obra. Contribuyo con esta breve reflexión sobre el ‘spleen‘.

O.M-R. – Desde la Antigüedad, el bazo, spleen en inglés, se ha entendido en numerosas culturas como el órgano, cuyos humores provocan el estado melancólico, recibiendo, así, la atención de poetas y escritores, siempre sensibles a esta disposición del ánimo. The Spleen de Anne Finch u Ode to Melancholy de Elizabeth Carter anticipan el febril interés del Romanticismo por la melancolía como patología física y espiritual, propia de las clases altas. En el siglo XIX, se piensa que el spleen afecta, especialmente, a las mujeres, extremadamente sensibles y, al mismo tiempo, constreñidas por el puritanismo imperante, situación que las consume en un invariable “deseo, pero no puedo”. Baudelaire hace del spleen el ánimo del urbanita moderno: es la ambivalencia del flâneur que observa las masas con desdén, mientras se siente irresistiblemente atraído por ellas; del artista que sufre con las transformaciones de las grandes metrópolis, pero no se imagina viviendo en otro lugar. Esta decepción estructural con la modernidad, pero sin renunciar a su ideal, lleva a Walter Benjamin a leer a Baudelaire en clave política crítica. En la cultura popular, el spleen se asienta como sinónimo de aburrimiento, depresión, blues… un estado mental que se extiende y agudiza en tiempos pandémicos.

Olivia Muñoz-Rojas

‘Spleen et idéal’, Carlos Schwabe (1866-1926).
(Wikimedia Commons)

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